- Fundación Novaterra celebra su IV Jornada de Formación para el compromiso
- Francisco Cobacho, presidente de la Fundación, apela a la sociedad civil como “parte de la respuesta a la fractura social.”
- Ximo García Roca, sociólogo y teólogo, fue el encargado de la conferencia central de la jornada “Coraje cívico y responsabilidad compartida”
Valencia, 19 noviembre de 2013
“Novaterra es un proyecto común y necesitamos ser más en este proyecto, solo así podemos ser eficaces. La respuesta a la fractura social no podemos ni debemos dejarla sólo en manos del Estado y de las administraciones públicas. La sociedad civil debemos ser parte de esa respuesta”. Con estas palabras de Francisco Cobacho, presidente de la Fundación Novaterra, arrancaba la IV Jornada de Formación para el Compromiso, una jornada que cada año reúne a más de un centenar de personas para reflexionar y comprometerse a la acción.
Ximo García Roca, teólogo y sociólogo, fue el encargado este año de ofrecer un marco para esta reflexión, un marco de “Coraje cívico y responsabilidad compartida”, título que llevaba su intervención. García Roca comenzó su discurso afirmando que “es gratificante comprobar que todavía existen personas que podemos caminar de pie aunque estemos rodeados de escombros. Son necesarios estos lugares en los que proyectar juntos el futuro que nos permitan recuperarnos de las fatigas de luchar tantos años”. A lo que añadió, “tenemos motivos para estar de pie y sobrevivir, porque tenemos que contar la verdad. Hay muchos rostros detrás a los que tenemos que dar visibilidad.”
Y para ello es necesario el coraje cívico. Un coraje cívico que, el que fuera director del Colegio Mayor La Coma, asimiló con el “estremecimiento”. “Lo descubrimos cuando miramos hacia dentro de cada uno, en el ejercicio del civismo y de la solidaridad por la cual salimos de nosotros mismos, de nuestro egoísmo, y nos estremecemos ante la realidad”. García Roca explicó como este coraje tiene su origen en la cultura empática. “Qué hermoso es decirnos esta mañana nos incumbe la pobreza, nos incumbe el desempleo, la corrupción. Esa es la energía máxima del coraje que se despierta en cada uno de nosotros. Sentir una especie de estremecimiento ante lo que hiere y ofende”.
Y continuaba, “cuando uno ve el desastre ocurrido en Lampedusa se estremece, las puertas cerradas a tantas y tantas personas se estremece. Por eso creo que hay más verdad en el “podemos” de la gente indignada en la calle que en todos los informes de los bancos centrales y el FMI, porque ahí, en la indignación, hay altos depósitos de coraje”.
“Y el mayor coraje lo encontramos hoy en los propios afectados por la crisis que se ayudan mutuamente. A través de personas que evitan un desahucio, que hacen trueque, que intercambian bienes, servicios, favores. Por eso siempre tenemos noticias del coraje. Por eso la expresión máxima del coraje es el principio de incumbencia, cuando algo te incumbe”, reconocía Ximo.
“Y cuando muchos corajes personales se unen construyen el edificio de la dignidad colectiva. Construyen sistemas en los que nadie pueda morir solo, ningún enfermo deja de ser atendido, ninguna persona es desahuciada sola, los huérfanos son protegidos, los discapacitados sostenidos, porque hemos construido una institución que lo impide, en la que se cruzan los hilos tejiendo un tapiz. Esa es la responsabilidad compartida, la creación de tapices, de estos sistemas de protección, ese marco en el que nos reconocemos sujetos de derechos y de deberes”.
García Roca reivindicó en su intervención la necesidad de proteger los bienes comunes. Todas las conquistas de los derechos que se han ido consiguiendo y que hoy se tambalean. Entre ellos el derecho de inserción. “Nuestras grandes esperanzas de cara a una sociedad inclusiva están en este momento en duda. Porque lo único que le molesta a la globalización económica es el ruido de los perdedores».
Una responsabilidad colectiva, social, “que se construye desde abajo. Una energía renovable, que llamea en nuestros barrios, en nuestras asociaciones, que estimula el capital social”. Como decía Machado “Qué difícil es no caer cuando todo cae. Pues yo quiero recoger la idea a la inversa ¡Qué fácil es levantarse cuando todo se levanta!”, concluyó.