¿Somos lo que compramos?: bases morales, políticas y espirituales para un consumo transformador, es el tema llevado a debate en las II Jornadas para el Compromiso organizadas por la Fundación Novaterra.
Carlos Ballesteros, profesor de la Universidad Pontificia de Comillas y uno de los principales expertos en España sobre Consumo Responsable, fue el encargado de exponer este tema, y justificaba el subtítulo de su intervención de la siguiente manera: “La compra tiene un componente moral, otro espiritual y por último político. Moral, porque consumir de otra forma tiene que ver con estar tranquilo con uno mismo, ser fiel a nuestros principios. Pero también tiene que ver con una conexión más profunda con el respeto a la Tierra, un componente espiritual con la relación con nuestro entorno. Y por último tiene una intención política de transformación social”, que el ponente sintetizó con un eslogan contundente “tu compra, tu voto”, y recalcó “es necesario trabajar para construir otro modelo de sociedad desde nuestro modelo de consumo”.
Ballesteros hizo especial hincapié en las consecuencias que la crisis financiera, política y geopolítica, sumadas a la complejidad social y a la brecha tecnológica, tienen en los modelos de consumo: “vivimos en un estado de carpe diem: aprovecha el momento, consume todo lo que puedas, porque mañana no sabemos lo que puede pasar. “Además creemos que estamos aquí para ser felices, y hay una fuerte asociación entre mi modo de ser feliz y mi modo de consumir, donde el consumo se convierte en un indicador de cumplimiento de mi proyecto vital, donde lo importante es la riqueza individual y donde riqueza es poseer”. El resultado es un modelo de consumo en el que se tiene en cuenta poco más que el precio y las ganas de consumir un determinado producto, servicio, o una experiencia, cada vez más de moda. Y esto lo saben bien los publicistas, que focalizan todas las campañas en el individuo y en el presente o un futuro muy cercano, reduciendo la sociedad, en todo caso, a un agregado de bienestares individuales.
Frente a esto, Ballesteros reivindicó un modelo de consumo responsable, inclusivo, colectivo y razonable, “porque lo que creemos, al fin y al cabo, es lo que creamos, y estamos creando un mundo cada vez más desigual y unas reglas del juego injustas para el 90% de la población”. Según Ballesteros, hay estadísticas que prevén que para el 2015 haya 2.000 millones de consumidores que hacen insostenible el modelo desde el punto de vista medioambiental, pero también desde el punto de vista social, porque estos 2.000 millones se centralizan en una pequeña parte del mundo. Un mundo que se nos acaba, y un triángulo muy vicioso compuesto por consumo, medioambiente y pobreza, la pobreza que generamos con este modelo.
Por eso destacó Ballesteros, precisamente en estos momentos de campaña electoral, que hay que ser conscientes de que “tu compra es tu voto”. “Es necesario -afirmó- hacer una revolución desde la economía cotidiana, ya que el acto de compra significa un acto social e implica un modelo de relaciones personales. Es necesario un compromiso militante para un consumo transformador: imponer el comercio de barrio, de proximidad, razonable, de productos elaborados de manera justa e inclusiva, y expandir el mensaje entre nuestros círculos de influencia: familiares, amigos, compañeros de profesión. Esto es igual de importante que consumir individualmente de manera responsable”.
Y concluyó parafraseando una frase del célebre El Principito, de A. Saint Exupéry, “si pensamos en un mundo de paz y de justicia, debemos poner el consumo al servicio del amor”.
Las jornadas, que tienen por objetivo reunir a gentes de diversa índole con un objetivo común: ver lo que pueden aportar en la lucha contra la exclusión, concluyó con la presentación del Grupo Consumo Responsable formado en la fundación precisamente con el objetivo de difundir el consumo de productos de comercio justo y realizados por empresas de la economía social entre su base social.