Asistimos como protagonistas a un periodo disruptivo en la historia de la humanidad, impulsado por un incremento en nuestro nivel de consciencia activo. Vivimos, asimismo, un cambio de paradigma en el que el modelo socioeconómico, y la visión patriarcal que lo sostiene, ofrece evidentes síntomas de agotamiento y revela sus grietas. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha condensado los retos inmediatos de la humanidad, con plazo límite al 2030, en lo que ha denominado los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): fin de la pobreza, producción o consumo responsables, entre otros. Si semejantes retos tenemos, y con tanta urgencia debemos alcanzarlos, es que nuestras prioridades estaban demasiado enfocadas en satisfacer las propias necesidades por encima del bien común.
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